Aunque no dice el nombre al que hace referencia, citando solo a la “señorita”, Centurión probablemente hablaba de Rosita Carreras, la mayor de las hijas del Mariscal López, con quien el remitente de la carta tuvo una relación afectiva.
El coronel Centurión fue como prisionero de guerra a Río de Janeiro, de donde ya no volvería al país sino después de más de 14 años. Cuando lo liberaron fue a París para intentar continuar con su relación con Carreras, pero por motivos que no se aclaran, eso ya no ocurrió.
En la carta también dice, que aunque le dé repugnancia vivir y depender de los países contra los que peleó el Paraguay, había aceptado una propuesta en “Río de la Plata”, donde respetarían su rango.
En los libros tampoco se encuentra mucha referencia sobre ese trabajo, puesto que Centurión viajó por varios países de Europa y América, llegándose a casar con una artista cubana.
De Rosita Carreras se sabe que murió en 1925. No hay referencias de esposo o hijos. Sus restos reposan en el Cementerio de la Recoleta.